Lagunas de Cañada del Hoyo: más agua de la que te podrás imaginar

Lagunas de Cañada del Hoyo: más agua de la que te podrás imaginar

En esta propuesta os llevamos hasta las increíbles lagunas de Cañada del Hoyo, declaradas Monumento Natural y cuyo entorno convertirá esta ruta en todo un reclamo para volver a verlas. 

Comenzamos esta propuesta cogiendo desde Cuenca la carretera de Teruel dirección al pueblo de Cañada del Hoyo. Merece mucho la pena desviarse un poco del camino para observar las increíbles lagunas de esta localidad, famosas torcas que horadan todo el suelo calizo y presentan en sus fondos aguas procedentes del acuífero subterráneo cercano al río Guadazaón, uno de los principales afluentes del Cabriel.

Más que lagunas son depresiones geológicas características de los relieves kársticos. En estos terrenos, formados por calizas, yeso y rocas similares, el agua termina por disolver la roca o prova la caída de alguna cuelva. Esto da lugar a simas que reciben el nombre de torcas cuando poseen paredes escarpadas y abruptas y hoyas cuando son más suaves.

En Centroamérica estas formaciones son llamadas cenotes. En el resto del mundo, a este tipo de formaciones kársticas se le conoce por su nombre esloveno, que es dolina. La creación de estas simas dura mucho tiempo. Se calcula que algunas de las lagunas de Cañada del Hoyo tienen aproximadamente cien millones de años.

En este paisaje mágico, entre tejos, pinos, muérdagos, plantas aromáticas y un sinfín de especies, llama nuestra atención el cromatismo de las aguas de estas lagunas. Encontramos tres en total dentro de la zona visitable (para visitar las otras cuatro dependerá, al estar ubicadas en una finca privada,  de que tenga abierto el acceso el dueño de la parcela). De las tres visitables la más grande es la laguna del Tejo, con su color azul turquesa y una extensión de lámina de agua impresionante.

La segunda, la laguna de la Gitana, de aguas color esmeralda, aunque en los meses de verano podremos llegar a verla mutar ese color a uno blanco lechoso debido a un proceso de cambios químicos en las aguas que provocan un efecto blanqueo en la misma.

La más pequeña de las lagunas, pero no por ello menos llamativa, es la conocida como lagunillo del Tejo, en la que, con suerte, podremos ver algún galápago solazarse en sus orillas en los meses más calurosos.

El recorrido en total es corto, con paneles informativos, y buen acceso a los miradores de las lagunas, de manera que se puede hacer cómodamente en unos sesenta minutos. Un sendero te irá indicando los valores de biodiversidad que poseen.