Castillo de Monteagudo de las Salinas: un pasado con trazas de leyenda

Castillo de Monteagudo de las Salinas: un pasado con trazas de leyenda

En lo alto de un cerro, de forma majestuosa, se erige el impresionante Castillo de Monteagudo de las Salinas, una joya arquitectónica que se integra  en el paisaje rocoso que lo rodea. Este castillo no solo ofrece una vista panorámica espectacular de la serranía de Cuenca, sino que también guarda muchas sorpresas en su deambular histórico.

Orígenes musulmanes y convivencia cristiano-musulmana

Los orígenes del Castillo de Monteagudo de las Salinas se remontan a un asentamiento musulmán, como lo sugieren los restos de cerámica encontrados en excavaciones arqueológicas. Los restos que hoy podemos visitar son el resultado de reformas realizadas entre los siglos XIV y XV, lo que le confiere un carácter entre una fortaleza medieval y renacentista. Sin embargo, lo que hace que este castillo sea aún más interesante es que, tras la reconquista cristiana, continuó habitado. Aquí, la historia cobra vida, ya que este lugar fue testigo de una convivencia cristiano-musulmana en un momento en que España experimentaba una transformación cultural y política.

La Reconquista y la estructuración del territorio

Este castillo desempeñó un papel crucial durante la Reconquista, y su estructuración después de ese período histórico fue similar a la de la ciudad de Cuenca. Se estableció como una plaza fuerte para controlar estratégicamente el territorio. Esto no solo demostraba la importancia de esta fortaleza en la región, sino que también marcaba un hito en la historia de Monteagudo de las Salinas.

Los restos actuales del Castillo de Monteagudo de las Salinas son un testimonio de su grandeza pasada. La muralla de mampostería que rodea la fortaleza muestra una homogeneidad en su altura y conserva tres de los cinco cubos que debió de tener en su apogeo. Cuatro salientes achaflanados, tanto rectos como curvos, se destacan en su estructura para adaptarse a la línea sobre la que se construyó el castillo.

La planta del castillo es irregular y se adapta de manera inteligente al terreno al terreno que lo circunda. Varias torres se distribuyen a lo largo de su perímetro, y solo una puerta de entrada permite el acceso al interior. Actualmente, el interior es diáfano, pero aún se pueden apreciar los restos de un aljibe en el centro del patio protegido por una amplia reja.

El tiempo y la desatención han mermado considerablemente este imponente edificio, pero todavía merece, y mucho, una pausada visita. La senda que conduce al castillo ha sido reformada y han acondicionado con barandillas de madera los lados, con bancos y carteles informativos que enriquecen la experiencia del visitante.