Castillo del Buen Suceso o de los Hurtado de Mendoza: la fortaleza estratégica en Cañada del Hoyo

Castillo del Buen Suceso o de los Hurtado de Mendoza: la fortaleza estratégica en Cañada del Hoyo

Encaramado a un cerro este castillo posee una interesante historia que se remonta a siglos atrás, y que te transportará a una época de conquistas, enfrentamientos y estrategias militares que han dejado una huella indeleble en la región de Cañada del Hoyo.

Vigilante de fronteras, el Castillo del Buen Suceso no solo es un hito arquitectónico impresionante, sino que también desempeñó un papel crucial en la defensa de la región contra posibles amenazas. Fue en tiempos de Alfonso VIII cuando esta torre de vigilancia originalmente erigida en el lugar se transformó en un castillo fortificado.

Este castillo formó parte de una línea estratégica que conectaba los reinos de Castilla y Valencia, marcando un punto clave en la historia de la región.

Uno de los episodios más notables en la historia del castillo involucra a dos figuras prominentes de la época: Diego Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, y Lope de Barrientos, Obispo de Cuenca. Además, en algún momento de su historia, el castillo fue posesión del Marqués de Villena.

Durante las guerras carlistas del siglo XIX, el Castillo del Buen Suceso adquirió un nuevo papel como bastión isabelino después de su restauración en 1839.

Uno de los puntos de interés más destacados dentro del Castillo del Buen Suceso es la Torre-Atalaya, también conocida como la Torre de la Reina Gobernadora. Esta impresionante torre de planta octogonal exhibe el escudo de armas de D. Juan Pacheco, el primer Marqués de Villena.

A lo largo de los siglos este castillo ha experimentado reformas y mejoras llevadas a cabo por el Marqués de Cañete y, posteriormente, por el Marqués de Villena. A pesar de ser actualmente propiedad privada, la fortaleza ha logrado conservar elementos notables, como la muralla y la torre del homenaje. Una de las características más destacadas es una torre de planta octogonal con acceso desde el patio de armas, que permite a los visitantes adentrarse en su historia.

El Castillo del Buen Suceso se distingue por su torre con planta en forma de D, un sistema defensivo diseñado por Juan Pacheco, maestre de Santiago. Este diseño arquitectónico también se utilizó en otros castillos notables de la región, como Chinchilla de Montearagón, en Albacete, y Belmonte, en Cuenca.
Esta característica única le otorga al Castillo del Buen Suceso una identidad especial y un valor histórico que lo hace sobresalir entre otras fortalezas.

Al explorar esta fortaleza los visitantes pueden contemplar los vestigios de su muralla, así como la imponente torre de varios pisos que aún conserva troneras y miradores, testigos mudos de su pasado glorioso.

Esta torre, que originalmente sirvió como torre de vigilancia musulmana, protegió la taifa de Cuenca del avance castellano liderado por el rey castellano Alfonso VI. Tras la conquista, formó parte de lo que se han denominado "frontera de arena", una línea de fortificaciones estratégicas que defendían el territorio de los reinos taifas de Albarracín y Valencia.

En el siglo XIX, durante las guerras carlistas, el Castillo del Buen Suceso experimentó una vez más una renovación y fortificación por orden de Isabel II, con el objetivo de contener a los carlistas aragoneses.
Sus muros resuenan con siglos de historia, desde su origen como torre de vigilancia musulmana hasta su papel como pieza clave en las guerras carlistas.

Su distintiva arquitectura, su rica historia y sus impresionantes vistas panorámicas desde el altozano hacen de este castillo un destino turístico inolvidable para quienes desean sumergirse en épocas pretéritas.